domingo, 22 de noviembre de 2009

Los misterios marinos

La ciencia moderna sabe muy poco sobre estos monstruos gigantes del mar. Se sabe que viven en profundidades de casi 2.000 metros. Las proporciones de estos seres son impresionantes. En un museo norteamericano hay un objeto único: el ojo de un calamar del tamaño de una pelota de fútbol. Unos pescadores encontraron este ojo enorme en el estómago de una ballena de esperma (cachalote).....
Los cachalotes son ballenas dentadas que pueden llegar a los 18 metros de longitud y gustan de los calamares, especialmente si tienen un tamaño conveniente para sus estómagos. Por lo general se conforman con animales pequeños que pesan entre cuatro y seis kilos, tragando una docena de ellos al mismo tiempo. Si el cachalote se encuentra con un calamar gigante de los más grandes, se debe producir una lucha titánica. Los científicos creen que la que gana la batalla es la ballena, y que ésta se come al rival derrotado. Muchos cachalotes, sin embargo, muestran en sus cuerpos las marcas de estas batallas

Recientemente, los científicos japoneses han llevado a cabo un curioso experimento en el Océano Pacífico, no lejos del foso de las Marianas, la fosa más profunda del mundo. Pusieron un recipiente con un señuelo oloroso en el fondo del mar, equipado con una cámara de vídeo. El olor del señuelo atrajo tiburones de las profundidades. Un minuto después los tiburones se dispersaron y los científicos japoneses vieron un monstruo gigante. El enorme animal nadaba lentamente sobre el objetivo a una profundidad de un kilómetro y medio. Su cuerpo tenía 60 metros de largo. Los científicos todavía no saben qué clase de animal era, y sólo les quedó conjeturar. Es probable que fuera un tiburón llamado "giant sleepy shark" en inglés (tiburón soñoliento gigante), un gran animal que vive en las profundidades del océano y del que se sabe muy poco. Nadie ha estudiado uno vivo aún.
Sólo se ha visto el cadáver de uno de estos tiburones, que apareció en la costa de Indonesia en 1964. Tenía 26 metros de largo, pero podría alcanzar un tamaño mayor, ya que aún no era adulto.
Otros misterios parecen ser más recursos de atractivo turístico que otra cosa, como el renombrado monstruo del lago Ness, en Escocia. También dicen que hay uno en el lago Nahuel Huapi, en el sur Argentino y otro en el lago Champlain, en Vermont, Estados Unidos. Sin ponerme en posición de excéptico, digamos que se da la casualidad que todos esos son lugares de turismo.
Sin embargo, es un tema en el que no está todo dicho. Se han llevado a cabo allí investigaciones de todo tipo, algunas muy costosas, aún cuando en general existe un elevado escepticismo. Pero también existen las dudas, y no porque sí. Cada tanto se renuevan los avistamientos, aunque siempre casuales y desprevenidos. Ninguno de los que se estacionan en esos lugares provistos de cámaras y otros equipamientos de detección parecen tener suerte. Aunque sí se han obtenido algunas pistas indirectas. Por ejemplo, en el lago Champlain, una mañana de junio de 2003 un grupo de científicos se quedó helado al oír en sus instrumentos una serie de sonidos chirriantes, similares a los que emiten las ballenas y delfines. Sólo que éstos viven en el mar y este lago está a kilómetros de él. No se ha detectado aún el monstruo (lo llaman "Champ", cariñosamente), y tampoco se ha determinado de dónde surgió ese sonido.
En 1966, unos pilotos británicos que volaban sobre el lago Ness filmaron algo que parecía un monstruo nadando por el lago —material que ha sido interminablemente discutido— y desde entonces se han llegado a enormidad de conclusiones. Entre ellas, en boca de expertos, que de existir ese ser debería ser un plesiosaurio, un animal del grupo de los dinosaurios que, como todos ellos, se considera extinguido desde hace decenas de millones de años.

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